HISTORIA
La iglesia de Santa María de Melque es el edificio mejor conservado de lo que fue un amplio conjunto monástico construido en los siglos VII-VIII, en el territorio de la ciudad de Toledo, la antigua capital del reino visigodo.
El templo, único por sus características en el reducido panorama de la arquitectura de la Península Ibérica en la Alta Edad Media, se ubicaba en el centro de un gran patio formado por las distintas dependencias de un edificio, igualmente de carácter monumental, dotado de diferentes naves y dos alturas, que sirvió para albergar las distintas dependencias de uno de los pocos monasterios visigótico-mozárabes que conocemos. Sus restos que marcan aún la topografía de la zona, pueden contemplarse en algunos puntos concretos en los que se ha realizado su estudio.
Tras su fundación y ante los avatares producidos por la conquista islámica de la Península, se tiene la certeza de la pervivencia de la función monástico del complejo, hablado por una comunidad mozárabe, para luego, abandonado el culto cristiano, convertirse en el centro de un pequeño poblado que aprovechó la imponente construcción de la iglesia para edificar sobre ella un pequeño castillo. La huella más visible de los cambios sufridos en esta época es la torre que aún cubre la cúpula de la iglesia, que es el principal resto visible de la vieja fortificación árabe.
Con la conquista de Toledo por el rey Alfonso VI en el año 1085, el antiguo templo recuperó su antigua función litúrgico, sin perder por ello su añadida función militar, que conservaría como centro de una pequena fortaleza hasta momentos muy avanzados de la Baja Edad Media. Las diferentes sepulturas antropomorfas talladas en la roca y los restos de diferentes barbacanas o pequeñas murallas que aparecen ocupando el antiguo patio, son algunos de los elementos aún visibles que tienen su origen en este momento.
Con posterioridad, la pequeña población surgida al amparo de la vieja iglesia, se ha seguido manteniendo a lo largo del tiempo, sufriendo las consecuencias de hechos históricos como la desamortización de los bienes eclesiásticos en el siglo XIX, que acabó con el culto en la entonces ermita y propició un olvido del lugar que sólo empezó a verse superado con la llegada de los primeros estudiosos a comienzos del siglo XX.
Desde entonces, gracias al trabajo de muchos profesionales interesados por este importante conjunto arqueológico y a los esfuerzos de la Excma. Diputación Provincial de Toledo, propietaria del monumento, se ha conseguido empezar a conocer la auténtica importancia del Sitio Histórico de Santa María de Melque que ha llegado a convertirse en todo un referente para la historia de la Alta Edad Media en Europa.
LA IGLESIA DE SANTA MARÍA DE MELQUE
La iglesia de Santa María de Melque, construida en la primera mitad del siglo VIII, es el templo altomedieval mejor conservado de la Península Ibérica.
Por sus características constructivas y estado de conservación, es un edificio único en el panorama de la arquitectura de estos años en Europa occidental. Su aparejo y su técnica constructiva son una clara herencia de la tradición arquitectónica tardorromana. Sin embargo su planta y algunos de los escasos elementos decorativos que aún se conservan en el propio monumento, hay que vincularlos con algunos ejemplos conocidos en el mundo oriental, en concreto con las primeras expresiones que conocemos del cristianismo en lugares como Siria o Jordania.
En la actualidad la iglesia de planta cruciforme conserva íntegras sus distintas naves, una de las capillas laterales y, parcialmente otra de estas capillas y una sala dotada de diferentes arcos de herradura, muy pronunciados, de uso aún desconocido. Como principales detalles constructivos hay que desatacar los restos de decoraciones en estuco que se conservan en algunos de los arcos torales del crucero y la existencia de un nicho relacionado con algún enterramiento que podemos vincular con el del personaje responsable de la fundación del templo y, por lo tanto, del monasterio del que formaba parte.
La amplitud del presbiterio en relación con el resto de las dependencias del edificio, muestra el origen monacal de esta construcción que se convirtió en castillo islámico en los siglos IX-X y que recuperó el culto cristiano como ermita a partir de finales del siglo XI.
En la actualidad y tras las obras de restauración realizadas, este edificio, uno de los escasos inmuebles que recuerdan la importancia de Toledo en época visigoda, se puede contemplar en un estado muy próximo al que debió tener en el momento de su construcción.
Dibujo a la caña y tinta china en barra diluída
2 comentarios:
muy bueno el último paisaje
Muchas gracias.
Publicar un comentario